I. Biografía de Velázquez:
Diego Rodríguez de Silva y Velázquez nació en Sevilla el 6 de junio de 1599. Más conocido como Diego Velázquez, fue un pintor que perteneció al movimiento barroco . Es considerado como uno de los mejores pintores Españoles y un gran pintor universal.
Pasó sus primeros años en Sevilla donde Caravaggio le aprendió el estilo naturalista . A los 24 años, se traslada a Madrid donde es nombrado pintor de la corte. A los 28 años, fue ascendido a pintor de cámara (era lo máximo que podía aspirar a ser un pintor en aquella época). El resto de su vida, seguirá con el mismo oficio: pintar retratos de los reyes y de su familia además de cuadros que decorarían la casa real. Poco a poco, su estilo evolucionaría hasta un carácter de gran luminosidad y de pinceladas rápidas y sueltas. Esta evolución fue debida al estudio de la colección real de pintura y con su viaje a Italia donde estudió la pintura antigua y contemporánea. En 1631, empezó su mejor época: pinta grandes obras como La rendición de Breda,… En la fase final de su vida, su estilo se volvió más esquemático y abocetado (como bocetos) alcanzando así un dominio perfecto de la luminosidad. Este periodo empezó con la representación del papa Inocencio X (pintado en su segundo viaje a Italia). En este estiló, pintará igualmente Las Meninas y Las Hilanderas.
Velázquez murió a los 61 años, en Madrid, el 6 de Agosto de 1660.
En toda su vida, pintó entre 120 y 125 obras. Fue reconocido pintor universal en 1850, y su máxima fama fue entre los años 1880 y 1920 (época que coincide con la de los impresionistas franceses). Fue un gran referente para los impresionistas. Manet se sintió maravillado con su pintura y lo calificó como «pintor de pintores» y «el más grande pintor que jamás ha existido».
II. El cuadro:
1. Presentación del cuadro:
a. Ficha técnica:
Diego Velázquez, “El príncipe Baltasar Carlos a caballo”, hacia 1635, oleo sobre lienzo, 209 cm*173 cm, museo del Prado, sala 12.
b. Contexto histórico-general:
España en el siglo XVII, sumida en la pobreza a pesar de ser llamada Siglo del Oro: el siglo del oro sólo se encuentra en las artes. El rey es Felipe IV.
Desde el siglo XVI el conocimiento humano del mundo se amplió constantemente y muchos descubrimientos científicos se realizaron y tuvieron influencia en esta época. Las investigaciones que Galileo realizó sobre los planetas justifican las teorías de Copérnico. La religión tuvo una gran influencia en las características de esta época. La Iglesia católica debía demostrar su poder por lo cual se convierte en uno de los mecenas más importantes. La contrarreforma es lanzada a combatir el protestantismo y a la vez esta marca un claro sentido a la propagación de la fe, y busca los medios para lograrlo. La austeridad demostrada por el protestantismo en Holanda y el norte de Alemania explica la sencillez arquitectónica que caracteriza esas regiones.
c. Contexto de la obra:
Velázquez había recibido el encargo de pintar una serie de retratos ecuestres que se destinarían al Salón de Reinos del palacio del Buen Retiro de Madrid. Allí se colgaron las obras con los retratos a caballo de Felipe IV y su esposa Isabel de Borbón. El hueco que quedaba entre medias de estas dos pinturas era la sobrepuerta del salón, para la cual pintó Velázquez el retrato del príncipe Baltasar Carlos, de un tamaño menor que los otros dos de sus padres.
d. Tema del cuadro:
Este cuadro es un retrato ecuestre de Baltasar Carlos, hijo de Felipe IV.
e. Género:
Retrato ecuestre.
2. Análisis del cuadro:
a. Cómo está construido el cuadro:
Se ha realizado este cuadro con oleo, con trazo fino y claro. Líneas curvas puesto que el cuadro pertenece al movimiento Barroco. Algunas líneas rectas en el fondo del cuadro.
Se utilizan colores vivos y cálidos para Baltasar y para el caballo y colores más oscuros y fríos para el fondo.
La luz viene desde la derecha y va hacia la izquierda pasando en la franja donde se sitúa la cabeza del príncipe. Se pone así en evidencia el busto del príncipe.
b. Descripción del cuadro:
La escena representada se sitúa en la sierra de Guadarrama.
Hay 2 planos: el fondo (más alejado del observador) y el príncipe montado (en 1er plano). Se puede ver un solo personaje: el príncipe (y tal vez se puede contar como personaje al caballo) y una sola acción (el caballo que se encabrita). Si se cuenta al caballo como personaje, la importancia jerárquica de los distintos elementos que componen el cuadro nos permite decir que el príncipe es más importante que el caballo: está más iluminado… El príncipe pertenece a una clase social rica: la nobleza.
3. Interpretación del cuadro:
a. Relación entre el tema del cuadro y el contexto del autor:
Puesto que el autor es pintor en la corte, se puede decir que pinta retratos o cuadros de la familia real. Eso nos explica porqué Velázquez ha pintado este retrato de príncipe.
b. Interés histórico del documento:
El interés histórico del documento es la de preservar la imagen del príncipe fallecido para que se le recuerde y se le ponga cara.
4. Curiosidades del cuadro:
a. La luz:
Comparado a la definición del estilo barroco (el arte barroco se resalta por varios focos de luz que provienen de todos los lados, contrarrestándose unos a otros, creando grandes sombras y zonas iluminadas), este cuadro sólo tiene un foco de luz situado en la franja de la cabeza del príncipe de izquierda a derecha. Las zonas de oscuridad se encuentran en la parte izquierda del cuadro, arriba y abajo. También en la parte inferior del cuadro.
b. El fondo:
Comparado al príncipe, el fondo es más abocetado: está hecho con pinceladas más rápidas, menos detallado… Eso es otro detalle que muestra la importancia del príncipe: el dibujo se hace tranquilamente, mientras que el fondo que tiene menos importancia se hace rápido. Otra explicación es la diferencia de planos.
c. El caballo:
No es casualidad que el caballo parezca tan gordo. Velázquez lo hizo para dar una sensación de perspectiva puesto que el cuadro tenía que estar colgado encima de una gran puerta. Es por eso que el caballo parece tan gordo.
d. La mirada del príncipe:
Si nos fijamos bien, la mirada del príncipe va hacia la llegada del foco de luz (derecha) y no hacia nosotros como podríamos pensar.
III. Estilo pictórico:
Hasta “Los borrachos”, Velázquez pinta sus personajes con contornos precisos y destacándolos claramente de los fondos. Sus pinceladas eran oscuras y empastadas.
En su primer viaje a Italia realiza una transformación de su estilo. En este viaje, el pintor ensaya nuevas técnicas buscando luminosidad. Concluye esta transformación a mediados de 1630 donde se considera que encontró su lenguaje pictórico (combinación de pinceladas sueltas de colores transparentes y toques precisos de pigmento para resaltar los detalles).
A partir de “La Fragua de Vulcano”, pintada en Italia, la preparación de los cuadros cambia y se mantiene el resto de su vida. Se compone básicamente de blanco aplicado con espátula, que formaba un fondo de gran luminosidad complementada con pinceladas cada vez más transparentes. En “La rendición de Breda” y en el “Retrato ecuestre de Baltasar Carlos”, pintados en la década de 1630, concluye este cambio. El recurso de fondos claros y capas transparentes de color para crear una gran luminosidad eran frecuentes en pintores flamencos e italianos. No obstante, Velázquez desarrolla esta técnica hasta extremos nunca vistos.
Esta evolución se produce debido al conocimiento de la obra de otros artistas, especialmente la colección real y los cuadros que estudió en Italia. También por su relación con otros pintores: Rubens en su visita a Madrid y los que conoció en su primer viaje a Italia. Velázquez no hace como los otros pintores que hay en España que pintaban superponiendo capas de color. Él desarrolla su propio estilo de pinceladas diluidas y toques rápidos y precisos en los detalles. Estos pequeños detalles tienen mucha importancia en la composición. La evolución de su pintura prosigue hacia una mayor simplificación y rapidez de ejecución. Su técnica se vuelve más precisa y esquemática.
El pintor no tenía la composición totalmente definida al principio, más bien prefería ajustarla según iba progresando el cuadro introduciendo modificaciones que mejorasen el resultado. No hacía dibujos preparatorios. En muchas de sus obras sus célebres correcciones se aprecian a simple vista. Los contornos de las figuras se van superponiendo en el cuadro según modificada su posición, añade o elimina elementos.
La paleta de colores que empleaba era muy reducida utilizando en toda su vida los mismos pigmentos. Lo que varió con el tiempo es la forma de mezclarlos y aplicarlos.
El grado de acabado es otra parte fundamental de su arte y depende del tema. Las figuras son siempre la parte más elaborada, en el caso de la familia real están mucho más trabajadas que en los bufones donde se tomó las mayores libertades técnicas. En cuadros como “La encajera” la zona abocetada con amplias pinceladas ocupa gran parte del cuadro. A lo largo de su vida, en muchos retratos y otras composiciones aparecen estas zonas esbozadas. Para López Rey está claro que estas partes abocetadas tienen una intensidad expresiva íntima estando bien integradas en la composición del cuadro y puede considerarse parte del arte de Velázquez.
IV. Temas de Velázquez:
Velázquez pinta distintos tipos de cuadros: pinta retratos, bufones y enanos, obras mitológicas, obras religiosas y otros temas como Las Meninas…
1. Retratos:
La evolución de sus retratos es sorprendente. Su primera obra dentro de esta temática es el retrato de Sœur Jerónima de la Fuente (1620). En él, usa un estilo seco y dibujístico, propio de su primera etapa sevillana. Antes de partir hacia la corte, realizó el retrato del poeta Luis de Góngora y Argote (1622).
A su llegada a Madrid, Felipe IV le encarga un amplio repertorio de retratos reales, que iniciará con el busto de Felipe IV con coraza (1625), después de haber realizado el de Gaspar de Guzmán, conde duque de Olivares (1624). Le siguen retratos de miembros de la familia real y del mismo monarca, tales como el Infante don Carlos y el Felipe IV de cuerpo entero. En todos ellos el estilo es casi idéntico: consigue la profundidad visual gracias a la sombra que proyectan los cuerpos de los retratados.
Después de su viaje a Italia en el año 1629, la representación de los miembros de la realeza adquiere un mayor realismo. Velázquez los pinta no como ellos hubieran querido ser representados, sino como él los ve. La serie de retratos en traje de caza (encargada para la Torre de la Parada) y los retratos para el Salón de Reinos, son buena muestra de la voluntad realista de Velázquez. Sólo de esta época, el Retrato ecuestre del conde duque de Olivares (1634), se aparta de la actitud comedida de este pintor, para mostrarnos una representación resuelta de manera barroca.
Su segundo viaje a Italia el año 1649 marcará su carrera artística que se resume en tres magníficos cuadros: el de su Criado, el del Pintor Juan de Pareja (1650), y el del Papa Inocencio X (1650). Este último ha de considerarse uno de los mejores ejemplos de captación psicológica.
A su regreso a España, el rey le pide un retrato de su segunda esposa Mariana de Austria y de su descendencia. Destacan los de La Infanta María Teresa a los trece años (1651) los sucesivos retratos de La infanta Margarita y de su hermano el Príncipe Felipe Próspero. En ellos su paleta sabe combinar el rosa, el gris y el rojo en una armonía cromática de valores plásticos.
2. Enanos y bufones:
Iniciadas en 1626 con el Juan Calabazas, llamado Calabacillas y continuada por El príncipe Baltasar Carlos con un enano (1631). Se conserva la serie iniciada por Pablo de Valladolid (1633) y continuada por Francisco Lezcano, el Niño de Vallecas (1634), El bufón Barbarroja, Don Cristóbal de Castañeda y Pernia (1636) El bufón Calabacillas (1639), Don Juan de Austria (1643), El bufón don Diego de Acedo, "El Primo" (1645) y El bufón Sebastián de Morra (1644).
Todos ellos están tratados con gran humanidad, con el mismo realismo que los otros retratos. Nunca sabremos si el pintor realizó estos cuadros por propia iniciativa o a requerimiento del monarca. Lo cierto es que Velázquez nos ha dejado una galería de personajes tristes, vistos con una atención que podía parecer despiadada, si no estuvieran velados por un tono de melancolía y conmiseración, que los llena de una innegable humanidad.
3. Obras mitológicas:
La mitología es tratada por Velázquez con el concepto propio de los pintores naturalistas. Al igual que Caravaggio, humaniza el mito haciéndolo cotidiano. Esta temática se inicia con el Triunfo de Baco (1629). En él su protagonista pierde valor ante la fuerza de los personajes populares. Velázquez conoce profundamente la cultura mitológica, aprendida en casa de su suegro Pacheco, lugar de reunión y debate de la intelectualidad sevillana de la época.
Su ideal clasicista es evidente en la solución que da al tema de las infidelidades de Venus. En La fragua de Vulcano (1630), obra realizada en Italia, narra cómo Apolo, al descubrir la infidelidad de Venus con Marte, esposa de Vulcano, comunica a éste tan cruel acto. Vulcano aparece como un mortal, confundiéndose con sus trabajadores. Igual ideario está presente en la representación del dios Marte (1640), en La Venus del espejo (1650) o en Mercurio y Argos (1659).
4. Obras religiosas:
Más complejo es su temática religiosa, iniciada en Sevilla con La adoración de los Reyes Magos (1619). Si bien su San Juan Evangelista en Patmos (1618) parece ser de su mano, las dudas se extienden a la Inmaculada Concepción (1618) y a sus apostolados.
5. Otros temas:
La alegoría se resume en su emblemática composición de Las meninas, único retrato de grupo. Mucho se ha especulado sobre su significado. La infanta Margarita parece advertir la presencia de sus padres (Felipe IV y Mariana de Austria) que aparecen reflejados en el espejo del fondo que transmite su imagen pintada en el lienzo. Está acompañada por su séquito, compuesto de izquierda a derecha por doña María Agustina de Sarmiento, doña Isabel de Velasco, la enana Maribárbola y el enano Nicolasito Pertusato. En segundo término, están doña Manuela de Ulloa, encargada del servicio de las damas de la reina y, quizás, don Diego Ruiz de Azcona. En el vano de la puerta del fondo, el mayordomo de palacio, don José Nieto de Velázquez.
Muestras de su tratamiento del paisaje son sus dos pequeños cuadros Vistas del jardín de la Villa Médicis, y la Cacería real del jabalí además de la Vista de Zaragoza.
V. Etapas de la vida de Velázquez:
La vida de Velázquez se compone de 6 partes: Sevilla, Madrid, Italia, Madrid, Italia, Madrid.
1. Sevilla:
En 1609 cuando tenía 10 años entra a aprender el oficio de pintor en el taller de Francisco Herrera. En 1610 forma parte del taller de Francisco Pacheco. Ahí conoce las novedades artísticas que llegan de Italia. Se deja atrapar por la corriente tenebrista (colores oscuros, sobre todo en los fondos de las pinturas, la pintura tiene apariencia “tenebrosa”), naturalista y costumbrista (pinta objetos y situaciones muy naturales, como de la vida diaria y de costumbres de aquellos tiempos). En esta época se deja influenciar por un pintor italiano llamado Caravaggio. Son de estos años pinturas: El aguador de Sevilla, La adoración de los Reyes Magos, Mujer friendo huevos y otras representaciones religiosas además de bodegones.
En 1617, con 18 años es examinado por el gremio de pintores de Sevilla, lo que le permite abrir un estudio y ejercer libremente su oficio.
Sevilla era una ciudad rica y próspera pero el futuro de un pintor estaba limitado porque los principales clientes eran los monjes y además de éstos no había muchos coleccionistas privados para poder vivir de la pintura. Así que el joven Velázquez hizo caso a Pacheco y marchó a Madrid, donde desde 1621 reinaba Felipe IV y era ministro omnipotente un ilustrísimo andaluz y sevillano también: el conde-duque de Olivares Don Gaspar de Guzmán.
2. Primera etapa en Madrid:
En 1621 Velázquez realiza su primer viaje a Madrid buscando, además de poder contemplar y aprender de las colecciones de pintura reales, establecerse como pintor de la corte. No lo consigue y regresa a Sevilla. De este viaje se lleva la influencia de la pintura flamenca e italiana de las colecciones reales, que plasmará con maestría en el retrato a Góngora, famoso escritor andaluz y cordobés que conoció. Sin embargo dos años después, en 1623 vuelve a Madrid, reclamado por el conde-duque de Olivares para pintar un retrato del rey Felipe IV y el monarca le nombra pintor de la corte. Desde entonces Velázquez, con 24 años, se convierte en pintor de un único cliente, su rey, y funcionario responsable de la imagen del soberano y de su familia, encargado, además, de la conservación y valorización de los bienes artísticos y arquitectónicos de la corona. 4 años después, a los 28 años, es nombrado pintor de cámara. En esta etapa se dedica sobre todo a retratar al rey y a la familia real, resaltamos las obras: El infante Don Carlos, Felipe IV, pero además aborda temas de la mitología clásica como El triunfo de Baco popularmente conocido como “Los borrachos”.
El depender exclusivamente del rey le dio una posición de privilegio que le permitió viajar a Italia para conocer el arte clásico y contemporáneo.
3. Primer viaje a Italia:
Lo realiza en 1629. Visita Venecia, Ferrara, Bolonia y Roma. Se da cuenta de que la “moda Caravaggio” está decayendo y empieza a emerger una nueva tendencia a la que se le llamará Barroco.
En Roma permaneció durante un año. Muestra de este periodo son dos pinturas de paisaje El jardín de la Villa de Los Médicis. Después viaja a Nápoles, donde conoce a Ribera, un importante pintor.
En este viaje estudió el arte del renacimiento y de la pintura italiana de su tiempo. Influenciado por estos estilos pinta La túnica de José y La Fragua de Vulcano.
4. Segunda etapa en Madrid:
Tres años después regresa a Madrid en 1631 donde la primera obra que realizó fue la del retrato del hijo y heredero de Carlos IV, Baltasar Carlos, que nació en su ausencia y que el rey no quiso que fuese pintado por ningún otro artista.
Se compromete a la decoración del palacio del Buen Retiro, que era la residencia del Conde-duque de Olivares. Para este menester fue ayudado por otros pintores, aunque fue Velázquez el que realizó las obras más importantes: los retratos ecuestres del rey y del pequeño príncipe y La Rendición de Breda, grandiosa obra donde se sintetiza todo lo aprendido en Italia.
5. Segundo viaje a Italia:
Lo realiza en 1649, con 50 años, ya en plena madurez de su arte, y su misión era la de adquirir cuadros para coleccionistas reales. Adquiere varias obras, de Tintoretto, de Veronese…y intercambia obras suyas por otras. Así deja en Italia su Retrato del Siervo Juan Pareja y El retrato de Inocencio X, que pronto se convierten en ejemplos a seguir por los artistas italianos de la época.
Junto a la adquisición de obras de arte tenía otro encargo que era el de llevar pintores de frescos para terminar de decorar el Alcázar. Así, entre diligencias para solventar estos menesteres y algún que otro escarceo amoroso documentado, Velázquez permanece dos años y medio en este adorado país.
6. Tercera estancia en Madrid:
Velázquez vuelve a Madrid en Junio de 1651. Para decorar una de las salas del Alcázar con motivos mitológicos pintó cuatro obras de las que sólo queda una, Mercurio y Argos.
En esta etapa se supone que también pintó dos de sus obras más conocidas. Se tienen dudas sobre la fecha de su creación pero la mayoría de los entendidos piensa que fue en estos años. Nos referimos a La Venus del Espejo, pintada para un poderoso noble, en la que el desnudo femenino, del que apenas hay obras en el arte español de la época, se muestra de una manera natural y plena. La otra obra es Las Hilanderas o Fábula de Arácne.
En el año 1656 realiza lo que todos están de acuerdo en llamar “su obra maestra”: Las Meninas.
En esta época sus deberes como cortesano le ocupan tanto tiempo que muchas de las repeticiones de los retratos más o menos oficiales se las encargaba a su yerno, el pintor llamado Mazo.
En 1659, cuando contaba con 60 años, y después de vencer algunas dificultades con la nobleza de aquel tiempo, Velázquez es nombrado caballero de Santiago, lo que lo encumbra en lo más alto de la vida social española.
Velázquez muere, tras una corta enfermedad el 6 de agosto de 1660. Tras su muerte, algunos enemigos que se fue haciendo en vida lo acusaron de haberse enriquecido con dinero de la corona. Sus bienes fueron confiscados, pero después de algunas averiguaciones, Velázquez quedó limpio de culpa.
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samedi 21 mai 2011
Velázquez y el cuadro del Principe Baltasar Carlos a caballo:
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